domingo, 18 de mayo de 2014

Bases biológicas de la agresividad

Bases biológicas de la conducta agresiva

1.     Definición de agresividad:

A pesar de la enorme literatura sobre el tema, y el esfuerzo continuo demostrado por muchos estudiosos dedicados al estudio científico de la agresión, todavía hay considerables desacuerdos sobre su significado exacto y las causas.
Tradicionalmente, se enfatizó como constituyente de ésta, la intención de dañar a otro ser viviente, (Baron y Richardson, 1994) y no sólo el hecho de hacer daño (Berkowitz, 1989; Dollard et al., 1939; Feshbach, 1964). Sin embargo, la intención parece evidente en algunos tipos de agresión, pero para algunos autores de enfoque conductista no lo es (Buss, 1961), los cuales pueden definir agresión como  el hecho de hacer un daño observable en cualquier objeto, sin mencionar la intención. Por otro lado, autores como Spielberger et al., (1983) no incluyen la intención tampoco, cuando define el concepto de agresión como  un comportamiento destructivo o punitivo dirigidos a otras personas u objetos.
El análisis realizado por Anderson y Bushman (2002), trató de aclarar estas definiciones incluyendo otros requisitos, además de la intención de dañar: que el agresor crea que está inflingiendo un daño (para excluir los casos en los que el sujeto desconoce el efecto de sus acciones) y que suponga que el receptor del daño querrá evitarlo, para descartar el daño producido por una intervención médica o incluso en una relación sadomasoquista.
Como hemos visto, es difícil establecer un consenso entre definiciones y autores, sin embargo hay algunos puntos que podemos decir que son más o menos aceptables para la comunidad científica. Estos puntos son:
-          Se trata de un comportamiento, es decir, de información objetiva que puede ser observada. Sin embargo, aquí se deberían restringir los comportamientos no observables, como las cogniciones, debido a su dificultad para ser medidas y por ser subjetivas.
-          Además, este comportamiento es dirigido, con intención.
-          Efectuado por un organismo.
-          Va dirigido hacia un blanco, que puede ser un individuo de la misma especie, de diferentes especies, a un objeto inanimado o a sí mismo.
-          En dicho blanco ha de provocar un daño, un efecto negativo. Este punto excluye aquellas acciones que no tienen un efecto final negativo aunque provoquen algún efecto negativo, como puede ser el trabajo de un cirujano o dentista.

Hay términos que están muy relacionados con el término de agresión y que, a veces, se usan como sinónimos sin serlo. Estos términos son agresión, agresividad y violencia.
-          La agresividad es una pulsión, una tendencia natural a defenderse de las amenazas y plantar cara a las dificultades, por lo que ayuda a sobrevivir. Este instinto universal, en todo tipo de animales, aumenta la efectividad biológica en el individuo y de la especie en su conjunto. Sus efectos pueden ser controlados y encauzados, pero en ningún momento suprimidos.
-          La diferencia entre agresividad y agresión es que la primera es un impulso interior sólo percibida por el agresor, una señal psicológica para actuar de forma hostil que puede ser reprimida o liberada, la segunda es una acción externa que alcanza a la víctima, es el resultado de la liberación del impulso agresivo. Es decir, la agresión es una consecuencia de la agresividad en todos los casos, pero no siempre la agresividad se sigue de agresión. 
-          La violencia, a diferencia de la agresividad, es siempre morbosa e innecesaria. Se caracteriza por buscar la destrucción deliberada de los semejantes con fines diferentes a los de la supervivencia. Suele responder a la ambición, la dominación, el placer sádico o la venganza. Para más aclaración, podemos estudiar la definición que realiza la OMS(2002) sobre la violencia, en donde se destaca como rasgo principal su intencionalidad de causar daño a otras personas, ya sea verbal, física, sexual o económica. 
o   La violencia es “el uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o una comunidad que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones. Comprende tanto el comportamiento interpersonal como el comportamiento suicida y los conflictos armados. Cubre una amplia gama de actos que van más allá del acto físico, para incluir las amenazas y las intimidaciones”.

Por otro lado, muchos autores han hecho diferentes clasificaciones de tipos de agresión, debido a que ésta se comete bajo varias condiciones y diversas formas. Estas clasificaciones se caracterizan por haber empezado utilizando un gran número de variables para definirla, terminando por aceptar como consenso la tipología de Reis (1971), quien engloba todos los tipos de agresión en dos. Empecemos por la tipología clásica de Moyer (1968), quien propuso ocho clases de agresión diferenciándolas por sus bases fisiológicas y los estímulos que las producen. Su trabajo se basó en el estudio de animales no humanos, sin embargo ayuda a entender las bases de la agresión humana:
-          Agresión predatoria: se define como el comportamiento de ataque dirigido por un animal en contra de una presa adecuada. A veces este comportamiento queda denominado como “agresión entre especies”, siendo el estímulo que la elicita una presa, preferiblemente en movimiento. En este tipo de agresión no hay una activación del “arousal” emocional, además de que el ataque se caracteriza por ser efectivo, es decir, el animal que ataca va directamente las zonas del cuerpo más vulnerables para matar a la presa.
-          Agresión entre machos o competitiva: este tipo de agresión se comete entre individuos de la misma especie cuando se ha establecido una jerarquía de dominación entre los machos de un grupo. Las causas suelen ser la presencia de un macho extraño, competencia por dominancia, comida o hembras. Aquí, a diferencia en cuanto al tipo anterior, sí hay una activación simpática autonómica y los daños producidos suelen ser poco relevantes.   
-          Agresión inducida por miedo: se produce cuando un organismo está atrapado por otro amenazante y no puede escapar de él. Siempre va precedida de intentos de escapar y de activación simpática autonómica.
-          Agresión por irritación: esta agresión se clasifica algunas veces como “enojo”, “ira”, o agresión “afectiva”, y es provocada por un amplio rango de objetos vivos e inanimados. Según Moyer la preceden varios enervantes como frustración, dolor, falta de sueño, fatiga y privación de alimentos, pero nunca hay intentos previos de escapar.   
-          Agresión maternal: se refiere a la agresión que comete una madre ante un estímulo de que se acerca o amenaza a su cría. Comienza en el embarazo y se mantiene durante el periodo de lactancia, siendo, en este caso, muy importante el factor hormonal.  
-          Agresión sexual: se produce por los mismos estímulos que producen las respuestas sexuales, y, además, es más habitual en machos, pero a veces ocurre en hembras. En este tipo de conductas produce un elevado estado de “arousal” y está altamente relacionado con las hormonas.
-          Defensa territorial: ocurre en una especie o entre especies diferentes ante la invasión de territorio demarcado como propio, por un organismo externo.
-          Agresión instrumental: este tipo de agresión fue considerada por Moyer e introducida más tarde en su clasificación, y existe sólo porque ha sido reforzada por sus propias consecuencias y, por tanto, va en aumento, aunque puede que no tenga componentes emocionales fuertes. 
Por otro lado, hay autores que clasifican la agresividad de diferentes maneras. Por ejemplo, La clasificación pionera Ofrecida por Arnold Buss en 1961, distinguió tres
dimensiones de la agresión que han llegado a ser clásicas en la disciplina: a) física-verbal ,dimensiones de la Agresión:
-          Agresión física-verbal: distingue entre el uso de la fuerza o del lenguaje para infringir daño a otra persona (Berkowitz, 1994; Björkqvist, 1994).daño a otra persona (Berkowitz, 1993; Björkqvist, 1994). La dimensión activa-pasiva hace
-          Agresión activa-pasiva: hacereferencia al modo en que el agresor se implica en la producción del daño, ya sea referencia al modo en que el agresor se implica en la producción del daño, ya seaactivamente, o, por el contrario, de forma pasiva, por descuido o negligencia. activamente, o, por el contrario, de forma pasiva, por descuido o negligencia.
-          dimensión directa-indirecta ha sido especialmente relevante en el estudio de la agresiónAgresión directa-indirecta: la agresión directa es aquella en la que la meta principal es hacer daño a otra persona (Baron y Richardson, 1994), conllevando una clara confrontación entre el agresor y la víctima, y puede ser tanto física como verbal. La agresión indirecta es definida como aquella conducta cuya intención es hacer daño a alguien pero se realiza mediante otra persona, objeto o pertenencia, (Richardson y Green, 2003). Además esta última está estrechamente relacionada con otras dos categorías: la agresión social (Galen y Underwood, 1997), la cual incluye expresiones faciales y de movimientos negativos; y la agresión relacional (Crick, Grotpeter y Bigbee, 2002), que enfatiza daños a las relaciones.
Por otro lado, autores como Crick y Dodge, (1996), o Poulin y Boivin (1999) proponen distinguir entre dos tipos de agresión:  
-          Agresión reactiva: incluiría una serie de actos agresivos elicitados básicamente como reacción a una agresión, provocación o amenaza percibida, además de sesgos atribucionales hostiles.
-          Agresión proactiva incluiría una serie de actos agresivos puestos en marcha intencionalmente para resolver conflictos o dificultades en la comunicación, para conseguir beneficios, recompensas o refuerzos valorados por el agresor y que no implican que la motivación primaria sea hacer daño a la víctima.
Por último es de destacar la clasificación propuesta por Reis (1971), la cual es la que actualmente está más en uso, y divide la agresión en:
-          Agresión afectiva: incluye tanto la agresión ofensiva como la defensiva y todos los tipos de agresiones definidos por Moyer (1968), basadas en la presencia de elementos reales o percibidos de miedo o amenaza. Los estímulos que disparan estas respuestas pueden ser el dolor, amenaza de otro sujeto de la misma o diferente especie y la defensa del territorio, además de que se acompaña de una fuerte descarga simpática.
-          Agresión predatoria: es la misma a la que se refiere Moyer (1968) en su tipología de la agresión, pero además incluye que no se acompaña de una activación simpática. Muchos autores han relacionado esta agresión con la agresión patológica en humanos, debido a su carácter premeditado, frío, sin activación simpática, planificado, directo y efectivo.

2.     Modelos animales para el estudio de la agresión:

A pesar de las diferencia entre animales humanos y no humanos, muchos científicos están de acuerdo en afirmar que los mecanismos y factores de control que subyacen a la agresión son muy parecidos. Esta asunción hace posible que mucha de la información derivada del estudio con animales no humanos pueda aplicarse a humanos, debido a que la teoría subyacente a estos estudios es la de la evolución de Darwin (1859). Gracias a ella se demostró que todos los animales tienen orígenes comunes y comparten características, por lo que el estudio de un grupo de animales puede ayudar a comprender las funciones de otro.
Generalmente, los modelos animales para el estudio de la agresión están divididos en dos grandes enfoques que ayudan a un lenguaje científico común: a) el enfoque experimental, que implica la manipulación de factores causales y la medición de sus efectos,  manteniendo constantes (controlar) todas las demás y así cualquier cambio que se produzca debe ser por la manipulación de la variable independiente. Aquí, la agresión es vista como un efecto o variable dependiente que es afectada por diversas causas o variables independientes. Sus límites son que fuera del laboratorio hay muchas más variables que pueden afectar a la agresión, y, por otro lado, hay que tener cuidado en el momento de la generalización de resultados obtenidos con animales no humanos a humanos; y b) el enfoque correlativo, que se encarga de determinar cómo varía la agresión en relación con otra u otras variables dependientes. Los resultados, normalmente, están situados entre – 1 ≤ 0 ≤ +1, y cuanto más cerca de ± 1 más fuerte es la relación entre variables. Además. Esta relación puede darse en dos direcciones: positiva, si al aumentar una variable dependiente aumenta la otra; o negativa, cuando al aumentar una variable dependiente desciende la otra.
Según Miczek y Winslow (1987), los estudios con animales pueden dividirse en dos categorías, según la manipulación sea ambiental o biológica.

  1. Manipulación ambiental:

-          Agresión inducida por aislamiento:

Para inducir agresión, a menudo se utiliza el aislamiento de animales machos, normalmente ratones, por varias semanas. La mayoría de estos machos, cuando se encuentran con otro, exhiben conductas agresivas. Este paradigma ha sido muy utilizado en la industria farmacológica (Malick, 1979), y gracias a él se han delimitado cuáles son los fármacos que reducen la agresión y a qué dosis. Es muy útil usar este modelo en arenas neutrales porque ofrece una combinación de conductas ofensivas – defensivas que no se observan con frecuencia en una jaula, además de que tiene un gran valor predictor de las conductas agresivas en humanos.

-          Agresión inducida por paradigma “intruso – residente”:

En este paradigma se estudia la respuesta de un animal, normalmente una rata o un ratón, cuando en su propia jaula se introduce otro animal intruso. Cuando una rata macho se encuentra con una hembra en su propia jaula aquél defenderá su territorio, como ocurre en un entorno natural (Barnet, 1975). Sin embargo, cuando se encuentra con otra rata macho en su propio territorio la lucha por él puede ser muy intensa (Blanchard y Blanchard, 1977; Miczek 1979). Aquí, el macho al atacar puede enseñar todo su repertorio de conductas agresivas, que además van en aumento de intensidad. Normalmente la cadena de conductas comenzaría con una búsqueda del otro macho, acercamiento, lucha, persecución y terminaría con la exhibición de una conducta dominante, aunque no en todos los casos se lleva a cabo en todos sus puntos, sino que factores hormonales o la edad del residente puede variar las conductas agresivas (Oliver et al., 1984).

-          Paradigma intruso – colonia:

Este paradigma, aplicable tanto en ratas como en ratones, es una derivación del paradigma intruso – residente. Trata de introducir un intruso en un grupo establecido de ratas. La diferencia fundamental entre ambos paradigmas es que el primero es más típico de ciertas especies, mientras que el segundo es más fácilmente generalizable.

-          Agresión inducida por dolor:

Este paradigma, normalmente utilizado en ratas y ratones, está basado en el suministro de choques eléctricos en las patas traseras de dichos animales (Dixon, 1987). Tras la corriente, pueden darse diversa manifestaciones de conductas defensivas, como por ejemplo gritos, intentos de huida, lucha contra otro animal, etc.
En un principio, este modelo fue ampliamente utilizado junto con el suministro de drogas, con el objetivo de analizar las conductas exhibidas. Sin embargo, se dejó de usar porque a veces el dolor podía quedar enmascarado por los efectos analgésicos de éstas. Este factor, junto con el limitado número de conductas exhibidas en este paradigma, limita bastante su utilidad. La ventaja es que con este modelo la agresión se puede inducir varias veces y variando las intensidades y duración del shock.

-          Modelos de agresión maternal:

Las hembras de cualquier especie pueden ser muy agresivas bajo ciertas condiciones, utilizándose en laboratorio normalmente ratas y en ratones. Este tipo de agresión es altamente dirigida y surge cuando se quiere defender a un descendiente. El paradigma de agresión maternal está basado en la observación de cómo los sujetos experimentales, hembras con crías lactantes, exhiben conductas ofensivas hacia una gran variedad de intrusos. Esta conducta es más pronunciada durante la primera parte del periodo lactante (Archer, 1988 y Erskine et all. 1978)
Algunos autores (Moyer, 1968) consideran este tipo de conducta más defensiva que ofensiva, debido a que la función es proteger a las crías de un estímulo que se acerca. Sin embargo, esta conducta es claramente iniciada por la hembra, proactiva y no necesariamente reactiva.

-          Modelo de agresión predatoria:

La agresión predatoria se da espontáneamente en una proporción de individuos, dependiendo de la cepa, como por ejemplo en las Long - Evans y Winstar, utilizada en laboratorio (Mos, 1987). Éstas pueden llegar a matar espontánemente a un ratón cuando es introducido en una jaula. Dicho tipo de agresión se ha definido de muy diversas maneras, como por ejemplo la agresión entre especies (Karli 1956), agresión de depredadores (Karli, 1969), o comportamiento depredador (Potegal, 1979). Muchos autores han relacionado esta agresión con la agresión patológica en humanos, debido a su carácter premeditado, frío, sin activación simpática, planificado, directo y efectivo.
El ataque predatorio difiere dentro de una misma especie dependiendo de las estructuras neuroanatómicas, fisiológicas y mecanismos hormonales (Adamec et al., 1978). En el campo de la farmacología, este paradigma está menos desarrollado, además de que se utiliza muy poco debido a las limitaciones éticas. Sin embargo, se han encontrado resultados que demuestran que las benzodiazepinas y el alcohol a dosis medio-altas no inhiben esta conducta, los neurolépticos y los psicoestimulantes sí la inhiben, aunque no de una manera clara; y los antidepresivos sí lo hacen pero de una manera más específica.

b) Manipulación biológica:

-          Agresión inducida por lesión:

Su planteamiento tradicional (Martín, 1993), ha sido el de analizar por separado las funciones locales de las diferentes áreas cerebrales, para correlacionar la conexión con estas áreas y un comportamiento específico. Sin embargo, este enfoque ha sido criticado porque presenta grandes dificultades al explicar conductas complejas como la agresión, ya que ésta está formada por procesos sensoriales, motores y emocionales que obviamente no están localizados en una sola área cerebral. Por esta razón, es mucho más interesante tratar de comprender la organización funcional de los circuitos neurales interrelacionadas participantes de la modulación de agresión.
Este paradigma ha sido ampliamente utilizado en gatos. Gracias a él, se ha podido observar cuáles son los principales centros cerebrales implicados en la modulación de la conducta agresiva. Fernández de Molina y Hunsperger (1962), destacan tres niveles de gran importancia: la amígadala y la estría terminal, el hipotálamo y la sustancia gris central, (Martín, 1993):
  1. Hipotálamo: la estimulación hipotalámica desencadena respuestas bien coordinadas, influyendo en el tipo de respuesta, ya sea ataque, respuesta o huida, (Glusman, 1974). Kaada, en 1967 distinguió tres partes funcionalmente distintas: el hipotálamo lateral, relacionado con la predación; el hipotálamo ventromedial, relacionado con la defensa; y el hipotálomo dorsal, relacionado con la huída.
  2. Sustancia gris central rostral: en esta estructura se distinguen dos partes funcionalemte diferentes, como son la ventral, cuya estimulación desencadena el ataque silencioso, y la dorsal, componente crítico del sustrato neural de la defensa
  3. Amígdala medial: las respuestas producidas por la estimulación amigdaliana son más bien de aparición gradual, persisten tras la estimulación, y no muestran direccionalidad.
Otros hallazgos: (Valzelli, 1983)
  1. La conducta agresiva puede inducirse en animales de laboratorio por ablación del bulbo olfatorio así como por lesiones del tracto olfatorio lateral, corteza prepiriforme, amígdala; por  lesión septal ventromedial y dorsal del rafe.
  2. La estimulación del hipotálamo ventromedial y anterior, sustancia gris periacueductual, núcleos septales y núcleos del rafe mesoencefálico, inducen conducta agresiva.
  3. La reducción de la conducta agresiva de obtiene por lesión del tegmento del mesencéfalo medial.
  4. Dicha conducta se suprime por lesión centromedial de la amígdala y la ablación del bulbo olfatorio.

-          Agresión inducida por drogas:

Diversas drogas presentan efectos facilitadores o inhibidores de la agresión, dependiendo de la dosis o contexto en el que se suministren. Así, se puede explicar por qué un mismo fármaco puede ejercer efectos diversos e incluso opuestos en los individuos. Sin embargo, la agresión inducida con drogas requiere, normalmente, dosis altas, casi tóxicas o una administración crónica, con lo que la conducta obtenida resulta a veces muy diferente de la agresión normal.
Las anfetaminas, apomorfinas, derivados del cannabis con deprivación de alimento o sueño REM, o L-dopa combinada con un inhibidor de dopa-descarboxilasa inducen agresión en parejas de ratas o ratones (Silverman, 1979). Estas drogas, a dosis altas, producen estereotipia conductual en animales solitarios, y a dosis bajas, reducen la agresión en el caso de la anfetamina.
Entre los derivados de las xantinas se pueden observar distintas respuestas a la administración de cafeína a los animales, según edad,  o el sexo. La administración crónica de dosis constantes de cafeína provoca autoagresión y autoestimulación en ratas anteriormente normales, mientras que la administración aguda disminuye la agresión inducida por aislamiento en ratones y bloquea la agresión predatoria en ratas.
El alcohol, los barbitúricos y el clordiacepóxido, y otros ansiolíticos administrados crónicamente pueden incrementar en determinadas circunstancias la agresión. Las dosis han de ser pequeñas, porque las altas producen miorrelajación.
El LSD introducido intracranealmente a dosis bajas, induce al animal a atacar a todo lo que se le ponga en frente, aumenta el número de ataque en los ratones agresivos aislados y la agresión provocada en los ratones mediante shock.
La p-cloroanfetamina parece aumentar el juego de combate en ratas jóvenes, además de que potencia la agresión inducida por marihuana.
Los antidepresivos difieren unos de otros en su efecto de suprimir la agresión en la inducida por aislamiento. En líneas generales, no inhiben la agresión inducida por shock escepto a dosis que producen un deterioro de la psicomotricidad. La agresión inducida quirúrgicamente no es bloqueada selectivamente por lo antidepresivos. Sin embargo, son un excelente inhibidor de la conducta predatoria por vías serotoninérgica y colinérgica.
 Se puede afirmar que los neurolépticos disminuyen la agresividad, auque no se sabe si el efecto es específico o por la sedación general como resultado de su efecto depresivo en el sistema nervioso central. El efecto antiagresivo puede darse debido a la interferencia con el sistema motor y la reducción de la capacidad de respuesta.
 Las benzodiazepinas producen un efecto paradójico que depende del contexto en el que sea emitida la conducta agresiva, así como de otros factores, como el afectivo o el emocional del sujeto.

-          Agresividad inducida por estimulación cerebral:

Conductas muy parecidas a las exhibidas en el paradigma intruso – residente pueden ser inducidas por la estimulación en el hipotálamo mediolateral de ratas machos y hembras. La estimulación de esta área está acompañada por una elevación de las hormonas de estrés, como son las hormonas adrenocorticotropina, prolactina y la corticoesterona. El nivel de estas hormonas aumenta con la estimulación de esta área, y no como consecuencia de la situación de amenaza (Kruk, 1998).
La estimulación en el área del hipotálamo puede elicitar una forma extrema de ataque (Kruk, 1979), pero dicho comportamiento no depende enteramente de la estimulación, sino que aún influyen variables como la edad y el sexo. Por otro lado, dicha estimulación induce a su vez otras conductas, como la locomoción y el chirrido de dientes (Kruk, 1998; Van der Poel, 1982).
La agresión inducida por la estimulación del hipotálamo es altamente relevante para el estudio de de ciertos tipos de agresión humana. Este modelo tiene una gran relevancia para predecir la agresión patológica en humanos aunque, en contraste con otros modelos, no es sensible a otras variables que pudieran intervenir, tales como la ansiedad, el miedo, la sedación o disturbaciones motoras o sensoriales, pero es muy útil para averiguar qué drogas tienen un efecto antiagresivo.
Sin embargo, otra serie de experimentos parecen informar de que la integridad hipotalámica no es esencial para la integración y elaboración de algunos tipos de agresión.  Ellison y Flynn (1968), demostraron que, tras el aislamiento quirúrgico del hipotálamo, desconectando todas sus conexiones excepto de la hipófisis, podían seguir desencadenándose ataques agresivos o predatorios según el área estimulada.
La estimulación de la región central del mesencéfalo mostraba reacciones agresivas coordinadas y con direccionalidad en gatos (Ellison y Flinn, 1968), mientras que las lesiones extensas de la mencionada zona, donde se incluye la sustancia gris central y el tegmento adyacente, eliminaba o atenuaba toda posible agresión inducida (Hunsperger, 1956; Skultety, 1963).
Dentro de la sustancia gris central, Shaikh y Siegel (1990), distinguen dos partes funcionamente diferentes: la ventral, cuya estimulación induce una agresión silenciosa, característica de la predación, y la dorsal, componente crítico del sustrato neural de la defensa, pero sin participación en la predación.  
La estimulación en la parte medial de la amígdala (en el núcleo basomedial), la estría medial y su núcleo del lecho, desencadena reacciones agresivas. Sin embargo, las respuestas producidas por estimulación amigdaliana, como ya se ha dicho, son de aparición gradual, suelen persistir algo más tras la estimulación y no muestran direccionalidad. Así pues, parece que ésta tendría más bien una función moduladora, siendo el hipotálamo uno de sus objetivos más importantes (Fernández de Molina y Hunsperger, 1959).
Además, la intencionalidad de las conductas complejas, como la agresión, parecen requerir también la participación telencefálica en su modulación. Siegel y Edinger (1978), sugieren que la neocorteza participaría en la organización y carácter de las conductas desencadenadas por estructuras subcorticales. 

-          Consideraciones éticas:

La producción de agresión en animales se debe emprender con una preocupación razonada por el bienestar de los sujetos. Para ello, se deben tomar y se toman medidas necesarias para minimizar el sufrimiento de los animales, como por ejemplo, emplear animales anestesiados u objetos inanimados conectados a sensores, limitar las pruebas y el número de sujetos involucrados a sólo los necesarios para producir resultados deseables o incluso desarrollar modelos computerizados. En otras palabras, la investigación con animales es necesaria y aporta resultados de gran valor, no siendo necesario, para ello, el sufrimiento innecesario de los sujetos de experimentación.


3.     Neuroanatomía de la agresión:

Existe un sustrato neuroanatómico que controla la expresión de la agresión animal, formado por distintas estructuras neurales y sus interconexiones. (Moya Albiol, 2004). Sin embargo, hay que considerar diversas variables a la hora de analizar las bases neuroanatómicas de las conductas agresivas, como por ejemplo, el tipo de especie estudiada, (Nelson, 2001), y el tipo de agresión, (Siegel et all., 1999).
Aunque al principio se consideraba que la conducta agresiva estaba regulada por el sistema límbico, hoy se sabe que dicha conducta está controlada por diversos sistemas organizados en forma jerárquica (Siegel et all., 1997). Entre las estructuras que controlan la conducta agresiva destacan la amígdala, la corteza prefrontal, el hipocampo, el giro cingulado anterior, el septum y el área tegmental ventral, mientras que las estructuras que controlan la expresión de la agresión son el hipotálamo y la sustancia gris periacueductual.   

a)      Estructuras que controlan/modulan las conductas agresivas:

-          Amígdala: se trata de una estructura situada en la profundidad del lóbulo temporal, bajo la corteza olfatoria. Está formada por varios núcleos que se agrupan en tres unidades funcionalmente diferentes: la amígdala basolateral, corticomedial y central. La amígdala basolateral, la cual está formada por los núcleos lateral, basolateral y basal, estimula la agresión predatoria e inhive la defensiva, mientras que la amígdala corticomedial, formada por los núcleos central y medial, facilita el ataque defensivo e inhibe a la predación. De este modo, la proyección de la amígdala corticomedial tiene un doble efecto inhibitorio ya que inhibe la participación activante del hipotálamo y es activadora del tabique, una estructura que desempeña un papel inhibitorio sobre la agresión. La proyección de la amígdala basolateral desempeña un doble efecto excitatorio, ya que activa estructuras primarias de integración mesencefálica y el hipotálamo (Niehoff, 2002). Se ha encontrado un aumento de respuesta de la amígdala en pacientes con personalidad límite cuando se les enseñan fotos violentas (Herpetz et al, 2007), caras con emociones positivas, negativas y neutrales (Donegan et al, 2003), y escenas traumáticas (Schmahl et al, 2004).
-          Corteza prefrontal: esta estructura es crítica para el control de la agresividad y conductas disociales debido a que modula a las estructuras subcorticales. Esto fue muy estudiado y corroborado con las investigaciones de sujetos que habían sufrido una lesión cortical, los cuales exhibían unas conductas agresivas totalmente desinhibidas. Un ejemplo clásico es el caso de Phineas Gage, un trabajador de ferrocarril al cual se le clavó una varilla en el cráneo que le atravesó el córtex orbitofrontal (Damasio, et al, 1994). A partir de esta lesión, el sujeto manifestaba conductas agresivas, se enfadaba con mucha facilidad, era muy irritable y tenía un pobre juicio social. Así, se ha demostrado que la corteza prefrontal controla la conducta agresiva tanto de los sistemas sensoriomotores necesarios para su expresión como mediante su función inhibitoria, debido a que está conectada con el sistema límbico. Por lo que, en conclusión, un funcionamiento bajo de la corteza prefrontal puede traducirse en una pérdida de inhibición o control de las estructuras subcorticales, aumentaría la impulsividad, la pérdida de autocontrol, la madurez y habría una falta de tacto, además de que habría una disminución en la capacidad de razonamiento y de resolver problemas. De hecho, se ha demostrado que pacientes con un trastorno explosivo intermitente, los cuales se caracterizan por episodios de de agresión y violencia, tenían una actividad disminuida de la corteza prefrontal (Siever, et al., 1999)
-          Giro del cíngulo: se trata de una estructura límbica que también ejerce un papel inhibitorio, ya que la lesión del cíngulo incrementa la agresión irritativa en gatos y perros (Siegel et all. 1983; Siegel et all. 1988). Por otro lado, hay estudios iniciales que investigaron pacientes con una historia violenta, los cuales demostraron tener un decremento de nivel de metabolismo de glucosa en el giro del cíngulo usando una tomografía de emisión de positrones (Volkow et al., 1995)
-          Septum: la estimulación eléctrica en el núcleo del septum puede inducir conductas predatorias (Valzelli, 1983).
-          El mesencéfalo: los estudios de lesión o de estimulación cerebral, eléctrica o química, en gatos o roedores, han puesto de manifiesto que el área tegmental ventral regula la conducta ofensiva.
-          Hipocampo: pertenece al sistema límbico y juega un papel irremplazable en la regulación de la memoria espacial y orientación.  El hipocampo contiene altos niveles de receptores de los mineralocorticoides lo que lo hace más vulnerable al estrés biológico a largo plazo y, como se verá más adelante, las hormonas relacionadas con el estrés juegan también un papel determinante para las conductas agresivas. []

b)      Estructuras que controlan la expresión de la agresión:

-          Hipotálamo: controla e inhibe la conducta agresiva. Mediante la estimulación hipotalámica Kaada, en 1967 distinguió tres partes funcionalmente distintas: el hipotálamo lateral, relacionado con la predación; el hipotálamo ventromedial, relacionado con la defensa; y el hipotálomo dorsal, relacionado con la huída. Por otro lado, hay que destacar que el hipotálamo está conectado con la hipófisis. Esta glándula se encuentra situada en la base del encéfalo, unida al hipotálamo, y se trata de la principal glándula que regula al sistema endocrino, bajo el control del hipotálamo. Porotro lado se destaca la relevancia de sus conexiones con las diferentes estructuras telencefálicas y con el mesencéfalo, ya que las lesiones que desconectan el hipotálamo de éste eliminan la conducta agresiva provocada por el hipotálamo, pero cuando la lesión se produce en la estructura puede cambiar la intensidad o la probabilidad de que ocurra la conducta, pero no desaparece (Halasz et all., 2002). La estimulación cerebral en el hipotálamo medial provoca aumento de la conducta ofensiva e inhibe la conducta predatoria, mientras que la estimulación en el área anterior desencadena patrones conductuales ofensivos, facilitando la conducta predatoria si se estimula el hipotálamo lateral. (Gómez-Jarabo, 1999; Sewards, 2002). Además, la activación hipotalámica ha sido también relacionada con la agresión doméstica (George et al., 2004).
-          Sustancia gris periacueductual: se ha demostrado que las neuronas dorsales de la sustancia gris periacueductual controla las conductas defensivas, las ventrales la predatoria su estimulación ya que desencadena el ataque silencioso.
-          Tálamo: la estimulación de los núcleos dorsomedial y paraventricular provocan agresión, mientras que la lesión del tálamo ventral la inhibe.
-          Bulbo olfatorio: su extirpación en ratones elimina la agresión entre machos, posiblemente debida a la reducción de los olores.

4.     Neuroquímica de la agresión:

Un neurotransmisor es una biomolécula, sintetizada generalmente por las neuronas, que se vierte, a partir de vesículas existentes en la neurona presináptica, hacia la brecha sináptica y produce un cambio en el potencial de acción de la neurona postsináptica. Los neurotransmisores son, por tanto, las principales sustancias de las sinapsis, aunque no todas las sustancias liberadas en las sinapsis cumplen los criterios establecidos para ser considerados neurotransmisores (ver más en Fundamentos biológicos de la conducta, de Alonso A. A. et all., 2001).
-          La Acetilcolinase encuentra tanto en el SNC como en el SNP y es el neurotrasmisor de la unión neuromuscular. Normalmente, es excitador pero también puede comportarse como un inhibidor (Alonso et al., 2001). Se le ha relacionado con el aumento de la agresión debido a su función al inicio de ésta. Se encuentra en el hipotálamo, hipocampo, cuerpo amigdaloide y área cingulada, estructuras implicadas en esta conducta como se ha dicho más arriba. Las anormalidades en la actividad colinérgica contribuyen a una hiperactividad de estas estructuras subcorticales, sobre todo del sistema límbico, pudiendo desencadenar disforia e irritabilidad, y, por consiguiente, agresividad. (Siever et al., 2008). Los inhibidores de la acetilcolinesterasa, una sustancia que elimina a la acetilcolina transformándola la en colina y acetatohan demostrado que incrementan los efectos depresivos en pacientes con desórdenes emocionales y también induce depresión en personas con trastorno de personalidad límite, y estos incrementos de acetilcolina fueron correlacionados con la inestabilidad emocional en los desórdenes de personalidad (Steinberg et al., 1997). Algunos estudios que corroboran a la acetilcolina como un facilitador de la agresividad son:
o   En gatos: MacLean y Delgado (1953), trabajaron con el hipocampo y demostraron que las sustancias colinérgicas inyectadas ahí incrementaban la agresión en estos animales. Grossman (1963), inyectó un agonista en el cuerpo amigdaloide de gatos y produjo un aumento crónico de la agresión.
o   En ratas: Smith y colaboradores (1970), inyectaron un agonista colinérgico en el hipotálamo lateral de éstas y se convirtieron ratas con conductas predatorias, además demostraron que esta conducta podía ser suprimida si se inyectaba un antagonista de acetilcolina en esta misma zona. Bandler (1971), estimuló químicamente con acetilcolina el tálamo y el área del cerebro medio del tallo cerebral e informó del desarrollo de agresión predatoria.
o   Humanos: el pesticida carbaril tiene un fuerte efecto agonístico de la acetilcolina debido a que inhibe la acetilcolinesterasa, resultado tóxico para los humanos, habiéndose observado en ellos un aumento de la impulsividad (Fernández et all., 1982; Gershon y Shaw, 1961). En el síndrome premestrual asociado a la agresión aumenta el nivel de acetilcolina y se ha demostrado que algunos fármacos que disminuyen la agresión (litio y algunos antipsicóticos), disminuyen el nivel de acetilcolina en el SNC.
-          La Noradrenalina (NA): se sintetiza en el locus coeruleus situado en el tronco del encéfalo, desde donde parten proyecciones haca todo el encéfalo. Aquí se encuentra con dos importantes redes que incluyen numerosas estructuras tanto del sistema de agresión al inicio como al término. Estas redes van del tallo cerebral al cerebelo y al hipotálamo, conectándose con el tálamo, el cuerpo amigdaloide, el hipocampo, la región septal, la cingulada y la neocorteza (Renfrew, 2005). Se puede afirmar que el aumento en sus niveles va acompañado por una agresión elevada. Randrup y Munkvad (1969), utilizaron fármacos para aumentar los niveles de catecolaminas en sus gatos y encontraron que la agresión aumentó. Bandler (1971b), encontró que cuando se inducía elevados niveles de NA selectivamente en el cerebro medio, sus ratas se volvían más agresivas. Eichelman y Barchas (1975), demostraron que la IMAO (que aumenta la NA), aumenta la agresión. Además, los antidepresivos que promueven una prolongada presencia de NA en la sinapsis también aumenta la agresión, ocurriendo lo mismo con las anfetaminas y la apomorfina. Por otro lado, los fármacos antagonistas de la NA disminuyen la agresión de dos maneras; agotando la NA en las vesículas sinápticas (Reis, 1972), o bloqueando las sinapsis noradrenérgicas (Gianutsos y Lal, 1976).
-          La Dopamina (DA): se sintetiza fundamentalmente en los cuerpos neuronales del área tegmental ventral y de la sustancia negra, ambas situadas en el tronco del encéfalo.Desde estas regiones se envían proyecciones dopaminérgicas hacia diferentes partes del SN. Al igual que la NAla DA tiene varias vías que pasan por el tallo cerebral, a través del hipotálamo y dentro de las estructuras límbicas, como la región septal, el hipocampo, y el cuerpo amigdaloide. El sistema dopaminérgico está encargado de la gratificación interna del cerebro y participa en limitar la agresión durante su activación, de hecho, en la mayoría de los tipos de agresión la relación existente entre DA y agresión es inversa, es más, muchos de los psicofármacos que se han empleado como antiagresivos producen un bloqueo dopaminérgico. De hecho se ha demostrado, con estudios tales como los de Rodriguez-Áreas, Minarro y Simón (1997), y Kudryavtseva, Lipina y Koryakina (1999), el efecto antiagresivo de antagonistas dopaminérgicos como el haloperidol, y Lynck, Libbi y Johson (1982), Puglisi-Allegra, Oliverio y Mandel (1982), estudiaron este mismo efecto con antagonistas opiáceos como la naloxona y naltrexona. Por otro lado, Datla y colaboradores (1992), demostraron que la agresión inducida por dolor aumentaba por agonistas de DA y disminuyó por sus  antagonistas. Nikulina y colaboradores (1992), demostraron que había una disminución de DA cuando reducía la agresividad de ratas domesticadas hacia humanos.
-           La serotonina (5-HT): es fabricada en el núcleo del rafe en el tallo cerebral y sintetizada a partir del aminoácido triptófano, el cual proviene de la dieta. De aquí las fibras nerviosas van al tálamo, al hipotálamo y a otras estructuras límbicas como el cuerpo amigdaloide, el hipocampo, el área septal y el cerebelo. Si disminuye la 5-HT la agresión aumenta, mientras que la agresión disminuye después de un aumento de 5-HT, por lo que se considera un inhibidor de la mayoría de las formas de agresión, y predominantemente la de carácter impulsivo más que las premeditadas (Randall, Mendoza y Ramírez 1989; Mendoza, Mayogoitia, Mondragón y Randall (1990); Onyecwere, Mendoza y Ramírez, 1993a y 1993b). Cuando la serotonina aumenta en las regiones corticales prefrontales,tales como el córtex frontal y el cingulado anterior, se produce una modulación y a menudo suprimen la emergencia de conductas agresivas actuando en los receptores 5-HT2 de esas regiones. Así, la deficiencia en los circuitos serotoninérgicos en estas regiones frontales aumenta la agresión. Este modelo está respaldado por estudios que han demostrado que la recaptación de sus inhibidores (SSIRs) reduce la agresión impulsiva (Coccaro et al., 1997). Por otro lado, los modelos animales con monos rhesus y macacos han demostrado una correlación positiva entre los niveles bajos de serotonina y el alto nivel de agresividad de estos primates (Higley et al., 1992) Los neurolépticos antagonistas de 5-HT2ahan demostrado tener una eficacia antiagresiva en poblaciones clínicas (KraKowski et al., 2006). Por otro lado, que los agonistas del receptor 5-HT2c reduzcan la agresividad impulsiva (Winstanley et al., 2004), sugiere que los dos subtipos de receptores tienen roles complementarios en la regulación de la agresión debido a su modulación recíproca (Bubar et al., 2006).  La primera evidencia clara en humanos fue el descubrimiento que en el curso de la depresión había una disfunción de los sistemas serotoninérgicos en personas que intentaban suicidarse, tenían un carácter impulsivo y violento (Asberg, Traksman y Thoern, 1976). A su vez, en laboratorio también se ha consolidado esta concepción: la paraclorofenilalanina (PCPA), la cual bloquea la síntesis de 5-HT, da como resultado un aumento e la agresividad, efecto que se reverte cuando se aplican inyecciones de 5-http para aumentar los niveles de 5-HP (Sheard, 1969). Por otro lado, el metaclorofenilpiperazine, el cual activa el receptor 5-HT2c, se ha asociado con un aumento de la impulsividad e hiperactividad (Winstanley et al., 2004; Bubar et al., 1985; y Coccaro et al., 1996). Vergnes y colaboradores (1977), demostraron que incisiones en el núcleo del rafe en ratas da como resultado un comportamiento predatorio. Una dieta baja en triptófano causa el aumento de peleas en ratas (Kantak et all., 1980). También, la estimulación eléctrica del rafe disminuye el ataque provocado por estimulación cerebral (Shear, 1974).
-          El glutamato: es el principal neurotransmisor excitador del SNC. En roedores se ha demostrado una actividad glutaminérgica en el hipotálamo y amígdala media, estructuras implicadas en la agresión. Lumey et al. (2004), observaron que tras la adminitrasción del fármaco GPI-2232, un agente que inhibe a la enzima NAALADasa, la cual forma el glutamato en el SNC, se producía un efecto antiagresivo utilizando un modelo de agresión inducida por aistamiento. La naturaleza excitatoria del sistema glutaminérgico ha sido ligada a la acción de los receptores ionotrópicos NMDA (ácido N-metil D-aspartato), situados predominantemente en la corteza, hipocampo (región CA1), mesencéfalo, cerebelo y médula espinal; AMPA (ácido α-amino-3-hydroxi-5-metil-4-isoxazolpropiónico), situados en la corteza, células piramidales del hipocampo, giro dentado, corteza y cerebelo y el kainato. A continuación se exponen algunos estudios realizados con dichos receptores:
o   Receptor NMDA: Belozertseva y Bespalov (1999), con un modelo de agresión inducida por aislamiento, analizaron el efecto de antagonistas no competitivos (PCP, MK-801), antagonistas con poca afinidad (Memantina y MRZ 2/579), y antagonistas competitivos (D-CPPene). Los resultados mostraron que, a dosis bajas, se apreciaba una tendencia proagresiva tras la administración de antagonistas no competitivos, todos demostraron tener un efecto antiagresivo a dosis que en las que también producían un déficit motor y el único que aumentaba las conductas sociales no agresivas era el antagonista competitivo.
o   Receptor AMPA: Vecovischeva et al. (2004), compararon el efecto de antagonistas de dicho receptor, competitivos y poco selectivos (CNQX y NBQX) y uno no competitivo y selectivo (GYKI 52466), y vieron que la administración de antagonistas competitivos disminuía el número de mordeduras en el ataque, mientas que la administración de antagonistas no competitivos disminuía todos los componentes del ataque. Es decir, todos disminuían alguna categoría de la conducta de ataque.  Por otro lado, la subunidad GluR1 parece jugar un papel facilitador en la agresión
-          El ácido gamma – aminobutírico (GABA): Es el principal neurotransmisor inhibidor del SNC. Numerosos estudios han implicado al receptor GABAa en la modulación de la conducta agresiva. Los sistemas gabaérgicos centrales influyen en la inhibición de varios modelos de agresión, ya que se ha demostrado que la concetración de GABA o de sus agonistas benzodiazepínicos (diazepam, clordiacepóxido, clobazam (Martín-López et al., 2002), bentazepam (Martín-López et al., 1998), y el midazolam (Martín-López et al., 1999),  inhiben ciertas formas de agresión, como por ejemplo la inducida por aislamiento (Da Vanzo et al., 1966; Sulcova et al., 1989) , actuando éstos en el receptor GABAa. El zolpidem, una imidazopirina afín a los receptores α1-GABAa, ha reducida la conducta agresiva de ratones en el modelo intruso-residente (De Almeida et al., 2004). Siegel et al. (1999), ha demostrado, por su parte, la implicación de las neuronas gabaérgicas en el control de las conductas agresivas inducidas por estimulación del hipocampo. En gatos, se ha postulado la existencia de neuronas gabaérgicas tanto en el hipotálamo medial como en el lateral, que mantienen relaciones recíprocas y cuyas funciones sería inhibir el ataque predatorio u ofensivo (Siegel et al., 1999), mientras que en ratas se ha postulado una densidad de neuronas gabaérgicas en el “área hipotalámica de ataque” (HAA) (Hrabovszky et al., 2005). A su vez la inyección de antagonistas de GABA como la picrotoxina, producen conductas agresivas (Mikzek y Barry, 1976; Mandel, Marck y Kempf, 1979; Eichelman, 1979), aumentando se inyecta un antagonista en el HAA (Adams et al., 1993; Roeling et al., 1993)
-          Monoaminooxidasa a (MAO-A): es una enzima que regula la degradación metabólica de NA y 5-HT en el SNC, neurotransmisores claramente implicados en la conducta agresiva. Una de las evidencias de la relación entre la conducta agresiva y la enzima MAO-A se observó en una familia agresiva y la enzima MAO-A se observó en una familiaholandesa, en la que varios varones mostraban un ligero holandesa, los cuales presentaban el síndrome de Brunner, caracterizado por  un ligeroretraso mental y un marcado incremento de conductas retraso mental y un incremento de conductasimpulsivas (conducta agresiva, alteración de la conducta impulsivas. Estos varones presentaban una mutación en el cromosoma X, que producía una deficiencia completa de la MAO-A (Brunner et al., 1993). Algunos estudios con animales, como por ejemplo, con ratones MAO-A knock-aut, los cuales no tienen la enzima MAO-A y presentan un elevado nivel de 5-HT y NA, manifiestan un incremento de conductas agresivas en distintos modelos de agresión, lo que confirma la relación entre una deficiente actividad de dicha enzima y las conductas agresivas e impulsivas (Scott et al., 2008). Por otro lado, los fármacos IMAO como la fenelzina, el isocarboxazide, la lomina y la moclobemida, inhiben la acción catalizadora de la enzima MAO,  acción que suele ser duradera (unas dos semanas). Pues bien, estos fármacos han demostrado reducir la agresión en ratones (Ferrari et al., 2005).
-          Oxitocina: está implicada en la conducta de afiliación y la de confianza (Winslow et al., 2000; Zak et al., 2007). La oxitocina reduce la actividad amigdalina en humanos (Kirsch et al., 2005), por lo que déficits de oxitocina pueden contribuir al aumento de hostilidad, miedo y desconfianza, los cuales pueden aumentar las posibilidades de conductas agresivas. De hecho, ratones con déficits en oxitocina presentan comportamientos agresivos exagerados (Ragnauth et al., 2005), además de que las concentraciones de oxitocina en el LCR están inversamente relacionadas con la agresividad (resultados no publicados de Coccaro et al., 2006)

5.     Hormonas y agresión:

Las hormonas son moléculas orgánicas producidas y liberadas fundamentalmente por glándulas endocrinas. Éstas liberan las hormonas en sangre y a través de su circulación se difunden hacia otras zonas del cuerpo, donde actúan sobre los órganos o tejidos diana. Aún así, sus efectos se producen únicamente en células que disponen de receptores a los que las hormonas se unen de forma específica para realizar su función (Alonso, A.A. et all., 2001).
Los modelos actuales de agresión sugieren reflujos recíprocos entre fisiología y conducta en el que, en el caso de las hormonas, participarían varios sistemas dentro de una perspectiva multidireccional en el que se consideran los procesos fisiológicos no sólo como posibles causas, sino también como consecuencias. (Ramírez, 2006). Esta relación bidireccional se relaciona entre sí mediante in feed-back en el que estarían presentes otros mediadores de constructos psicológicos, como la cognición, la emoción, el contexto social y la experiencia. A continuación se expone cómo interactúa la agresión con las diferentes hormonas:
-          Los andrógenos: son hormonas que se segregan en los testículos, y de éstas la testosterona es uno de los andrógenos biológicamente más importantes.(Alonso, A.A., 2001). Los andrógenos producen un aumento en el enfado y en la tendencia en la agresividad (Ramírez, 2006). Se trata de uno de los argumentos más usados y a favor de esto es el predominio de la agresión física en los machos de la mayoría de las especies. En humanos, durante su desarrollo puberal se observa un fuerte aumento de estas hormonas que coincide con un aumento del comportamiento agresivo, (Beach, 1948), y del paso desde “juego de lucha” a “lucha seria” (Onyenkwere y Ramírez, 1993; 1994). El comportamiento antisocial característico de muchos adolescentes está asociado con un descenso de los esteroides gonadales y un aumento de andrógenos (Ramírez, 2003). La producción de testosterona va disminuyendo a lo largo de la edad adulta y se puede relacionar con el descenso paralelo de la agresividad a lo largo de la vida y, en sentido opuesto, con el aumento de altruismo. (Ramírez, 2006). A continuación se exponen algunos estudios relevantes que demuestran que los niveles de agresión se correlacionan positivamente con los de testosterona: Persky y sus colaboradores (1971), encontraron una relación positiva entre la agresión autoevaluada y la producción de testosterona en jóvenes de 22 años, aunque no en hombres de 45, e informaron, más adelante (1978), de una correlación positiva entre los niveles de andrógenos y agresión en una población psiquiátrica. Kreutz y Rose (1972), demostraron que los niveles de testosterona en una población carcelaria, se relacionaban con las historias criminales individuales. Ehrenkranz y colaboradores (1974), informaron de una correlación positiva entre los niveles de testosterona y una violencia pasada y presente de los internos. Olweus (1983), estudió los niveles de esta hormona en sangre de jóvenes de 16 años, y encontró correlaciones significativas entre el nivel de testosterona y el comportamiento agresivo. La  castración química, que emplea drogas antiandrogénicas, se ha utilizado experimental y clínicamente para reducir la agresividad. Algunos tratamientos incluyen hormonas femeninas, como los estrógenos y la progesterona. Erpino y Chapelle (1971), utilizaron progesterona para reducir en ratones la agresión inducida por la testosterona. En hombres normalmente no se suministra estrógenos por sus resultados inconsistentes, sino que se suelen usar drogas que aumenten los niveles de progesterona. Por ejemplo, pruebas clínicas con Provera, una droga muy similar a la progesterona natural, han dado como resultados una reducción, en hombre maduros, de las agresiones sexuales (Money, 1970), y una disminución de la actividad sexual y agresiva en jóvenes (Lloyd, 1964). El tetrahidrocannabinol (THC), la sustancia activa de la marihuana, tiene un efecto antiandrogénico, que puede ser el responsable de su efecto pacificador (Thiessen, 1976). Por otro lado, se ha encontrado un efecto estimulante de la agresión en estudios donde, inyectando la hormona, se produjo un incremento de la agresión. Así, Beeman (1947), en un estudio sobre los efectos de la castración, encontró que las inyecciones de testosterona podía restablecer la agresión en ratones. Además, Bronson y Desjardins (1968), encontraron que inyecciones de testosterona en la prepubertad producen una conducta precoz de pelea en ratones machos no castrados. En conclusión, la testosterona parece tener un efecto facilitador de la agresión, pero mientras que unos sugieren un posible influjo indirecto, afectando más a la competitividad y al dominio de otros, según otros, las diferencias sexuales se deberían no tanto a los niveles hormonales como a la historia psicosocial del individuo. En la actualidad, se tiende a descartar que el nivel de agresividad moderaría la relación testosterona-agresión. (Ramírez, J.M., 2006).
-          Las hormonas femeninas: la relación entre estas hormonas y la agresión ha sido menos estudiada que con la testosterona debido a prejuicios a la relativa falta de agresión femenina (Renfrew, 2005). Las tres hormonas que se consideran son la progesterona, la prolactina y el estradiol. La progesterona es importante para preparar el embarazo y mantenerlo, por lo que, por deducción, no esperaríamos que una mujer que se prepara para el embarazo o está embarazada muestre una disposición para ser agresiva, siendo que obvio que esta hormona tiene el efecto de reducir la agresión. Herrman y Beach (1978), informan que las inyecciones de progesterona reducen la irritabilidad, y este efecto ha sido utilizado para diminuir los problemas asociados al síndrome premenstrual. Meyer-Bahlburg (1981), informó de que los excesos de progesterona prenatal producen niveles más bajos de agresión tanto en hombres como en mujeres. Yalom y colaboradores (1973), probaron los niveles de agresión en niños de 10 años que recibieron progesterona prenatal, e indicaron que este efecto es aún mayor en varones si también se les daba estrógenos. La prolactina, secretada por el lóbulo anterior de la pituitaria,  promueve la lactancia. Así, las mujeres protegen a su bebé contra amenazas, pero no en involucrarse en encuentros agresivos. Los estudios con ratones demostraron que la agresión materna es alta durante las etapas iniciales de la lactancia, pues la madre se defenderá de los intrusos (Svare y Gandelman (1973). En los humanos, Carroll y Steiner (1978), informaron que los niveles altos de prolactina, combinados con niveles bajos de progesterona, pueden causar ansiedad o agresión por irritabilidad. El estradiol es el responsable del desarrollo y mantenimiento de las características sexuales femeninas y de la receptividad sexual. Bronson y Desjardins (1968), inyectaron estradiol en ratas macho recién nacidas, lo cual producía una reducida agresión en la edad adulta. Sin embargo, existe una creciente evidencia (Brein, 1983), de que la testosterona tiene su efecto sobre la agresión vía aromatización a estrógeno en el hipotálamo. Además, los antiestrógenos han demostrado tener un efecto antiagresivo en ratas y ratones (Brain et al, 1988).
-          Hormonas suprarrenales: en la agresión también influirían hormonas del eje hipófisis-suprarrenal: la corteza suprarrenal, mediante la corticoesterona y la ACTH, al estimular la secreción de cortisol, y la médula suprarrenal mediante dos catecolaminas: la adrenalina y la noradrenalina. Auque la corteza suprarrenal suele asociarse más bien al estrés crónico mediante el cortisol, durante el estrés agudo, el CRF (factor liberador de ACTH, producido en el hipotálamo y almacenado en la neurohipófisis), también estimularía la secreción hipofisaria de la ACTH, la cual, a través del líquido cefalorraquídeo, participaría en estado de ánimo y acciones, haciendo que las glándulas suprarrenales liberen cortisol. Éste informaría en feed-back al hipotálamo, produciendo un cese en la liberación de CRF y cortisol. De esta manera, las hormonas corticosuprarrenales estarían asociadas también a la agresividad: la corticoesterona la aumentaría a corto plazo y la ACTH la disminuiría a largo plazo, al estimular la secreción de cortisol “la hormona del estrés y de la depresión”.  (Ramírez J.M., 2006). Por último, señalas que los hombres alntisociales y con violencia crónica suelen mostrar niveles bajos de cortisol.
-          Otras hormonas relacionadas con la agresión: hay dos hormonas más que han sido relacionadas con las agresión: a) la vasopresina: midiendo su presencia en el líquido cefalorraquídeo de pacientes con agresividad impulsiva se ha encontrado una correlación positiva entre vasopresina y agresividad, una respuesta inversa entre respuesta serotonérgica y agresión, y una correlación inversa entre respuesta serotoninérgica y vasopresina. Por lo que podría decirse que un antagonista de la vasopresina tendría efecto antiagresivos; y b) la melatonina, derivada de la serotonina y producida por la glándula pineal, podría intervenir en los estado de ánimo y, consecuentemente en la agresividad, aunque su función mejor conocida sea la regulación de los ritmos circadianos y la regulación del sueño, por lo que podría causar alteraciones de conducta y cambios bruscos de humor.  (Ramírez J.M., 2006).

6.     Genética de la agresión:

Los factores genéticos que afectan a la agresión tienen su origen en la expresión de alguna información de los genes de todas las células. Tal condición puede alterar el código genético y crear estructuras o actividades químicas en el organismo. Podemos sospechar que existen influencias genéticas sobre la agresión si: a) se observa que un individuo de una familia normal es muy agresivo, b) cuando muchos miembros de una familia son agresivos, o c cuando una raza particular es especialmente agresiva (Thiessen, 1976).
Los gemelos idénticos u homocigóticos tienen los mismos componentes genéticos, así cualquier diferencia en su comportamiento podría atribuirse a diferencias ambientales. Mednik (1981), hizo una revisión de estudios de gemelos idénticos y sugirió una tasa del 60% de concordancia, compartida por ambos, de problemas producidos por su agresión, mientras que para los gemelos fraternales se encontró una tasa del 30%. Además, un gran número de metanálisis (Ferguson, en prensa;  Mason y Frick, 1994; Miles y Carey,  1997; Rhee y Whaldman, 2002), y revisiones (Moffit, 2005), han sido muy útiles para ir sumando los resultados encontrados de estos estudios sobre genética de conducta. Aproximadamente, la conclusión de estos estudios es que el 50% de la varianza fenotípica antisocial se debe a factores genéticos.
En cuanto a estudios de adopción, es de destacar el de Crowe (1975), quien sugirió que existe relación ente madres biológicas y descendientes con respecto a la criminalidad. Aquí. Se demuestra una correspondencia entre ambos padres biológicos e índices de criminalidad de sus descendientes, por lo que se demuestra la transferencia genética.
Un síndrome muy estudiado es el de Lesch-Nyhan, el cual ofrece un ejemplo de cómo una disfunción genética puede causar un aumento de la agresividad. Ésta está producida por una deficiencia enzimática heredada en varones, que provoca un aumento de unas moléculas llamadas purinas. Estos sujetos se caracterizan por un alto número de conductas d automutilación, sobre todo mordidas graves de los labios, dedos y brazos, gritos y golpes a otros de manera más bien compulsiva. Estos individuos, por lo general, también padecen un leve retraso mental.
A coninuación se van a exponer algunos de los genes más importantes en cuanto a su relación con las conductas agresivas:
-          Los genes del sistema dopaminérgico han sido ampliamente estudiados en cuanto a su relación con la violencia, debido a que estos genes conforman el sistema de placer/recompensa en el cuerpo humano. Pues bien, hay mucho estudios que revelan una asociación entre niveles de DA y la conducta antisocial (Niehoff, 1999; Raine, 1993). De hecho, un gen transportador del DA (DAT1), localizado en el cromosoma 5, tiene un polimorfismo en la tercera región del gen y éste ha demostrado que afecta a la expresión genética (Fuke et al. 2001). Algunas investigaciones han señalado que su alelo 10, codificado por el trasportador del DA, es muy eficiente eliminando DA de la sinapsis (Swanson et al., 2000), por lo que consecuentemente el alelo de repetición 10 ha sido identificado como un alelo de riesgo que puede incrementar la violencia.

Otras investigaciones se han centrado en verificar si los genes de los receptores dopaminérgicos están asociados con las conductas antisociales. En particular, el gen del receptor DRD2 y DRD4 han sido muy relacionados con dicha conducta. El DRD2 está localizado en el cromosoma 11  y está implicado en la producción de los receptores D2, receptores muy concentrados en el cerebro medio, el núcleo caudado, el núcleo accumbens, amígdala, hipocampo y córtex cerebral, partes muy implicadas en las conductas agresivas. El DRD4 es otro gen de del receptor de DA que ha sido identificado como posible contribuidor de las conductas violentas (Rowe, 2002). Éste está situado en el cromosoma 11, su alelo 7 de repetición ha sido identificado como un riesgo para las conductas antisociales, incluido la extrema violencia y agresiones físicas. El estudio de Schmidt, Fox, Robin, Hu, y Hamer (2002), lo demuestra en una población de chicos jóvenes.

-          Genes del sistema serotoninérgicos también han sido relacionados con la conducta agresiva. Lo más estudiado ha sido el gen transportador de 5-HT (5-HTT), el cual está localizado en el cromosoma 17. Su polimorfismo, denominado 5HTTLPR, contiene dos grupos de alelos, los alelos de baja expresión y los de alta expresión. Se ha demostrado que los primeros suprimen la transcripción de la proteina transportadora de 5-HT (Hu et al., 2006; Lesch et al, 1996), por lo que estos alelos de baja expresión hacen que disminuyan los niveles de 5-HT en el cerebro, por lo que son un riesgo para las conductas antisociales. Otros factores vinculados con estas conductas han sido los genes de receptores de 5-HT 5-HTR2A, 5-HTRiB y el 5-HTR2C, y el triptófano hidroxilaxa, aunque deben ser más estudiados.
-          El último set de polimorfismos genéticos que han sido vinculados con la extrema violencia son genes envueltos en la metabolización de neurotransmisores. Dos de estos genes (el catecol-o-metiltransferasa, COMT; y la MAOA), han sido relacionados consistentemente con conductas antisociales. El COMT está localizado en el cromosoma 22 y codifica la producción de la enzima COMT. Los bajos niveles de la actividad de la COMT están asociados con la producción del alelo Met y éste con el riesgo de producción de conductas agresivas. La exposición a este alelo hace que aumenten los signos de violencia y agresividad (Rujesco, Giegling, Gietl, Hartmann Möller,, 2003). Por otro lado, el gen MAOA codifica la producción de MAOA, que es una enzima que recapta DA y 5-HT. Este gen está localizado en el cromosoma X y su polimorfismo tiene como consecuencia la producción de dos tipos de alelos, los que contribuyen a una alta actividad de la enzima MAOA y los que contribuyen a una baja actividad de dicha enzima. Así, los alelos implicados en una baja actividad de la MAOA se consideran un riesgo para varias patologías y extrema violencia. 
Otra evidencia de la relación entre la conducta agresiva y la enzima MAO-A se observó en una familia agresiva y la enzima MAO-A se observó en una familiaholandesa, en la que varios varones mostraban un ligero holandesa, los cuales presentaban el síndrome de Brunner, caracterizado por  un ligeroretraso mental y un marcado incremento de conductas retraso mental y un incremento de conductasimpulsivas (conducta agresiva, alteración de la conducta impulsivas. Estos varones presentaban una mutación en el cromosoma X, que producía una deficiencia completa de la MAO-A (Brunner H.G., et al., 1993) 19.
En el estudio de Meyer Lindenberg et al. (2006),  se demuestra que muchos estudios a cerca de la vulnerabilidad a la violencia están relacionados con la baja actividad del alelo de MAOA-L, una variante que sólo puede estar presente en un ambiente de maltrato. Los hombres con el genotipo MAOA-L tienen una tasa de respuesta muy alta en la amígdala durante las activaciones emocionales, además de una disminución de la respuesta regulatoria del lóbulo frontal y una reducción volumétrica de las regiones límbicas. 

-          Conclusión:

Como se puede observar, el concepto de agresión ha sido ampliamente estudiado a lo largo de los años y a través de la manipulación de muy diversas variables. Aunque han habido muchas definiciones de este concepto, la más aceptada por la comunidad científica es la de Reis (1971), quien resume todos los tipos de agresión en afectiva y predatoria. Por otro lado, las variables más utilizadas para el estudio de la agresión han sido las ambientales y las biológicas y, gracias a ello, se puede concluir que las estructuras que controlan la agresión son la amígdala, la corteza prefrontal, el giro del cíngulo, el septum, el mesencéfalo y el hipocampo, mientras que las estructuras que controlan la expresión de la agresión son el hipotálamo, la sustnacia gris periacueductual, el tálamo y el bulbo olfatorio.
Por otro lado, a nivel neuroquímico, se ha demostrado que el aumento de la acetilcolina, la dopamina, noradrenalina, el glutamato y la MAO-A están relacionados con el aumento de la agresión, mientras que el aumento del GABA, oxitocina y serotonina se relacionan con la disminución de ésta.
A su vez, en cuanto a hormonas, se da corroborado que el aumento de andrógenos, de corticosuprarrenales, la vasopresina y la melatonina está relacionado con el aumento de la agresión, mientras que el aumento de la progesterona la disminuye, aunque la prolactina la aumenta sólo en sus fases iniciales.
Así, aunque la agresión y sus formas haya sido ampliamente estudiadas, queda mucho en donde profundizar ya que algunos modelos, más de moda, han sido ampliamente estudiados (como el modelo intruso-residente), mientras que otros no tanto (como el de agresión maternal). A su vez, los animales más usados han sido ratas y ratones y sus resultados extrapolados a lo que puede suceder en el cerebro humano y, obviamente por cuestiones éticas no se pueden estudiar a los humanos con estos mismos modelos, pero en este terreno, manipulando otra serie de variables, queda mucho por hacer.  

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REFERENTE BIBLIOGRÁFICO

Documento en linea, tomado de http://neuropsicologia-mas.blogspot.com/2011/10/bases-biologicas-de-la-conducta.html. 18/05/14. 11:35 AM

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